domingo, 11 de marzo de 2012

El principio es lo primero

"En un balcón precioso había una mujer fea..."

Él se quedó pensativo. Ella lo miró fijamente. Transcurridos unos segundos su expresión se volvió ansiosa.

- ¿Y...?

- Nada más -respondió él con un resoplido de resignación.

- ¿Año y medio escribiendo tu novela y eso es todo lo que tienes?

- Bueno, tengo aproximadamente unas tres mil páginas -miró a un rincón donde se amontonaban varias pilas de folios-, pero las he desechado.

- Menos esa frase -señaló ella.

- Así es.

Ella se llevó a la mano a la boca como si quisiera impedir que algo horrible saliera de sus labios y empezó a andar en círculos por el salón. Él la seguía con la mirada esperando algún tipo de reacción.

- Esto es una mierda. Lo sabes ¿verdad?

Él frunció el ceño dolido por sus palabras.
- Tengo el principio -respondió con tono de excusa.

- ¿Tienes el principio? -ella puso los brazos en jarras-. ¡Genial! ¡Tienes el principio! "Había una vez una mujer preciosa en un balcón feo..." Vamos a forrarnos vendiendo libros.

- No es así, es: "En un balcón precioso había una mujer fea...".

- ¡Me da igual! -su voz no ocultaba la rabia que había intentado contener sin éxito-. ¡No tienes nada!

- Tengo lo más difícil, tengo el principio -él levantó las palmas de las manos como si hubiese dicho una obviedad.

Ella se acarició la frente con la mano e intentó mantener un volumen de voz aceptable a pesar de la evidente tensión que cargaba el tono de sus palabras.

- Tienes una frase. Hemos firmado mil páginas y el plazo expira el lunes.

- No importa. Una vez tienes el principio lo demás se escribe solo. Ahora ya puedo escribir cualquier cosa una vez sé como se inicia la historia.

- ¿Qué cosa? ¿Qué vas a escribir con eso? -su pregunta se ahogó en susurro de desesperación.

Él sonrió. Sus ojos brillaron de pronto. Miró hacia arriba como si una luz lo estuviese iluminando.

- Podría escribir versos:

"En un balcón precioso había una mujer fea
perdida en los sueños que su vida había alcanzado
ligada por siempre a un guapo caballero
que en su interior encantos había hallado."

O una sátira:

"En un balcón precioso había una mujer fea,
tan fea, tan fea, tan fea,
que construyeron el balcón hacia dentro
para que nadie la viera."

O un drama:

"En un balcón precioso había una mujer fea...

Recordaba cada paso del tiempo que la había atrapado en esa prisión de oro. Colmada de joyas, de metales preciosos y de extensas e incontables hectáreas de fértiles tierras. Había sacrificado cada amistad, cada romance y cada lazo familiar por amasar una de las mayores fortunas del país. Había apartado, pisoteado y derrotado a cada enemigo que se había interpuesto en su camino. Tenía todo lo que la mayoría de la gente que había conocido sólo podría soñar... pero estaba sola. Y seguiría sola hasta el día de su muerte.

Una lágrima se deslizó por sus mejillas para aterrizar en el brillante e imponente suelo de mármol y plata..."

O una de zombies:

"En un balcón precioso había una mujer fea, repugnante. Sus ojos vidriosos y su mirada perdida podrían haberse confundido con los de una vagabunda sin rumbo, si no fuera porque su piel ya había empezado a pudrirse."

O de ciencia ficción:

"En un balcón precioso había una mujer fea de facciones duras y mirada fría. La pesada carga que había caído sobre sus hombros empezaba a hacerle mella, pero no por ello se amedrantaría. Tenía una misión que cumplir y miles de personas dependían de su habilidad para tomar las decisiones correctas en el momento adecuado. Dejó que la brisa refrescara su rostro por última vez. Después acercó el intercomunicador a los labios y con voz firme dio sus últimas órdenes:

- Comandante, active las coordenadas de salto espacio-temporal. Es la hora de darle una patada en el culo a esos mutantes."

O policiaca:

"En un balcón precioso había una mujer fea con los ojos sin vida y un corte mortal en el cuello. El inspector miró al forense que inspeccionaba el cuerpo con insistencia como si su alma dependiera de encontrar una pista. Eso lo puso nervioso. Luego observó la escena del crimen. No había signos de lucha. Todo parecía indicar que ella se encontraba sola en el momento de la muerte. Un sobre con una nota de suicidio estaba siendo cuidadosamente analizado por un oficial que portaba guantes para evitar contaminar de huellas la prueba. Con suerte, no sospecharían que había sido un homicidio premeditado, y nadie averiguaría jamás que él había sido el asesino."

O erótica:

"En un balcón precioso había una mujer fea inclinada sobre la barandilla. Sus pechos se mecían al compás de las sacudidas que un musculoso e imponente hombrecillo le producían al chocar el torso de él con la parte superior de los glúteos de ella. Soltó un gemido de placer y sintió que sus pezones se ponían duros. En ese momento, la otra mujer, que hasta ahora sólo había estado mirando, se deslizó debajo de ella y le lamió el monte de Venus. Cerró los ojos para que sus sentidos se concentraran en esa ardiente sensación de gozo."
O un cuento infantil:

"En un balcón precioso había una mujer fea. Soñaba que un día un príncipe azul llegaría y la rescataría del castillo en el que estaba prisionera.

Él la tomaría en sus brazos, le daría un cálido beso y finalmente la llevaría en lomos de su caballo a su reino para casarse con ella.

Mientras se perdía en esos pensamientos apareció una rana.

- Hola princesa -dijo la rana- ¿por qué estás tan triste?

- Porque ningún príncipe querrá rescatar a una chica tan fea como yo.

- Pues en eso tienes razón -contestó la rana.

Ambas rieron y desde entonces fueron amigas para siempre."

Él escuchó un portazo. Tan ensimismado estaba en sus palabras que no había visto como ella había recogido las tres mil páginas y había salido por la puerta con ellas.

"Bueno" -pensó- "tampoco estaban tan mal."

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