En la reconocida revista astronómica "Outer space, straight ahead and to the right", el astrofísico australiano Jim Stealson comentaba que "si el hombre viviera en la Luna, el valor catastral de una parcela media en terreno lunar hubiese caído un 12% con respecto al año pasado debido a la crisis mundial actual".
El problema de empezar una frase con una hipótesis disparatada es que la reducción al absurdo es casi inmediata. Es como el clásico "si mi abuelo tuviese ruedas sería una bicicleta" o el típico "si los tontos que escriben en revistas científicas volaran, los aviones llevarían bocina".
Pero partiendo de que fuera posible, hay varias razones por las que no existen hombres o mujeres selenitas. Aparte de que la escasa gravedad nos dejaría hechos polvo, o que la diferencia de temperatura no es agradable, el principal problema es que la Luna está lejos, muy lejos.
Se sabe con certeza que hay gente que trabaja en Madrid aun viviendo en Toledo o Guadalajara, pero la ausencia de paradas de Cercanías o Metro en la Luna hace injusta la comparación.
Antiguamente se colocaba una iglesia y alrededor nacía un pueblo o una ciudad. Desde un tiempo a esta parte lo que se suele poner es un Corte Inglés primero y luego se construyen los edificios, casas, comercios y, si queda sitio, hospitales y parques de bomberos.
Así que, señor Stealson, hasta que no vea construido el primer Corte Inglés en nuestro satélite no me creeré que se pueda vivir allí, y mucho menos que bajen los precios de la vivienda.
¡Lunáticos!

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